La vida en el cine: WIT, de Mike Nichols

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Para empezar, ya que hablamos de emociones, he decidido mencionar una película ejemplar. Hecha para la televisión, sí, pero qué más da, estremece igual. Está producida por HBO, que nos sorprende de vez en cuando con obras de intenso carácter cinematográfico rodadas para la televisión. Mike Nichols, que también encabezó el fabuloso cuento homosexual "Ángeles en América", dirige con maestría el texto teatral de Margaret Edson para la pequeña pantalla con la ayuda de una Emma Thompson en estado de gracia, tanto en su rol de protagonista como de coautora del guión. Wit relata un año de la vida de Vivian Vering, dura y fría profesora universitaria de poesía especializada en los difíciles sonetos de John Donne, que en una visita al ginecólogo le es diagnosticado un mortífero cáncer ovárico en la mayor fase de crecimiento. Accederá a someterse a un salvaje tratamiento experimental que azotará los cimientos intelectuales sobre los que se sostiene su vida y que le hará enfrentarse a la frialdad e insensibilidad con las que ha ahogado su existencia.

El texto de la genial película de Nichols rebosa valentía y arrolladores planteamientos. Un tema delicado y puntiagudo como el cáncer y la dolorosa procesión patética hacia la muerte se estrella en nuestras narices como un sutil poema de verdades y vejaciones, el martirio inhumano de una mujer que se aferra salvajemente a su poderoso intelecto para hacer frente a su propia tragedia. A diferencia de gran parte del melodrama norteamericano, "Wit" no (de)cae en el victimismo de su protagonista ni en dosis ridículas de dolor, llantos ni de gratuitas escenas gilipollescamente musicalizadas. El enorme respeto, tanto intelectual como emocional, con el que se ahonda en el martirio de esta lúcida e implacable profesora doctorada resulta un cáliz de agua fresca y pura en una industria que ya ha perdido hace tiempo su auto respeto.

Más allá de sus ingeniosos planteamientos sobre la muerte y la vida, la película narra esa verdad que se esconde detrás de la muerte, del patético marchitamiento de nuestro cuerpo caduco, de esa metáfora preciosa de John Donne y su coma final: la simplicidad del cambio, la ligereza del último suspiro y el retorno a lo que en realidad somos, una chispa que se gesta con sencillez, que se corrompe con los años y que termina de eclosionar para redimirse y volver a esa simplicidad inicial, quizás, para iluminar otra vez.

“Wit” se mantiene con asombrosa inteligencia en la fina línea del humor que roza la provocación. Otro elemento narrativo y humano para darle más importancia y significado a los temas tratados sin, a su vez, darle pompa ni suntuosidad. Además de sus metafísicos planteamientos, que son muchos (y terriblemente acertados), en la película se nos ofrece al mismo tiempo una crítica feroz a la deshumanización de los tratamientos clínicos y a la experimentación silenciosa con cobayas humanas.

Con cada vómito, con cada decepción, dolor y desgarro, Vivian Bearing, para su grandísima sorpresa, es cada vez más inteligente. Y es que es verdad, para crecer y alcanzar mayor conciencia de las cosas, hay que sufrir, y cuanto más te acercas a la muerte más sabiduría posees. Y si al final acabas besándote con ella, tu conciencia ya es desmesurada, pero es una pena, porque no la disfrutarás más que unos instantes. Es triste, pero muy hermoso.


Aquí os dejo esta escena brutal de la película, una auténtica lección.

Comment (1)

Que poderosa película y qué enorme actriz.

Peligro: alta sensibilidad.

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